La emoción podía palparse en la plaza. Fueron más de 9 horas de espera. Nos reconocíamos gente del interior del país, trabajadores, estudiantes, jubilados, sindicalistas, militantes, jóvenes, adolescentes, socialistas, comunistas, peronistas, radicales. Para muchos de nosotros se vio cumplido un viejo anhelo, el de comenzar a transitar el camino de la desconcentración mediática, hasta hace un tiempo simplemente un sueño, terminar con una de las herencias de la dictadura y comenzar a poner las cosas en su lugar respecto a quiénes son los dueños de la palabra, la socialización del pensamiento.
Estábamos en la plaza a las 2.25 de la mañana del sábado y el grito fue uno solo cuando vimos el 44 a 24 en general. Ya no hubo banderas ni cantos diferentes.
Como decía un amigo nuestro recordando a Rodolfo Walsh: “nos volvió a juntar la coherencia”. Porque hay una militancia a la cual no la une el espanto, sino el amor. Ahora toca defender su cumplimiento.