El “índice de inflación del movimiento obrero” fue presentado ayer en sociedad con el apoyo de más de 45 organizaciones sindicales y la presencia de buena parte de los dirigentes gremiales con mayor representatividad del país. La inflación promedio que afectó a la clase trabajadora se ubicó en mayo en 44,1 por ciento interanual. Sin embargo, los trabajadores registrados que perciben menores ingresos enfrentaron una inflación del 49,9 por ciento, mientras que para los de mejores salarios fue del 40,9 por ciento. La pérdida promedio del poder adquisitivo entre diciembre y mayo fue del 12 por ciento. El indicador es elaborado por el Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA), un organismo creado por la Universidad Metropolitana del Trabajo (UMET) e investigadores del Conicet. La apuesta hacia adelante es que cada gremio pueda tener números fiables sobre cómo afecta el avance de precios en el universo de sus afiliados. El lanzamiento del índice se da en un contexto económico de deterioro del salario y aumento del desempleo, que motivó que la CGT acelere su reunificación, prevista para agosto.
El nuevo índice de inflación analiza las características del gasto en los hogares de los trabajadores. Luego cruza esos datos con el aumento de los precios de los bienes consumidos por esos hogares y define cuál es la inflación. A su vez, hacia adentro del universo de trabajadores hay patrones muy distintos de consumo, que dependen, por ejemplo, del nivel de ingresos, distinción que el índice tiene en cuenta. Además, se realizaron relevamientos propios de precios de bienes y servicios.
El resultado es que el aumento de los precios que afectó a los trabajadores según sus patrones de consumo fue en mayo del 44,1 por ciento interanual. Más de la mitad de ese incremento se explica solamente por tres rubros: alimentos y bebidas, vivienda y transporte. Le siguen, en orden de importancia, indumentaria y calzado, esparcimiento, mantenimiento del hogar, salud y enseñanza. En el presupuesto mensual de los trabajadores registrados de menores salarios el peso de alimentos y bebidas, vivienda y trasporte es mayor que en los que más ganan porque se trata de bienes y servicios indispensables. Por eso, la inflación que sufrió el 10 por ciento de los trabajadores de menores ingresos fue del 49,9 por ciento, mientras que la que afectó al 10 por ciento de mayores ingresos fue del 40,9.
“Esto se ha logrado con el apoyo de muchas organizaciones sindicales que provienen de las tres CGT y de las dos CTA”, destacó el titular del Suterh, Víctor Santa María. El encuentro tuvo lugar en el auditorio de la UMET, que depende del Suterh. Asistió un nutrido grupo de sindicalistas que valoraron el proyecto del índice de precios, se refirieron a la reunificación de la CGT y criticaron al Gobierno (ver aparte).
Marta Novick, directora del CITRA, señaló que “la coyuntura nos estimula a brindar información, aunque esto no es coyuntural sino estructural. Esto puede ser algo clave para la gestión política de los sindicatos”. El índice de inflación de los trabajadores es elaborado por el flamante Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), que funciona en el CITRA. “No es un índice alternativo porque no hay forma de competir con el Indec. Es un índice que nos permite complementar y además corroborar información”, agregó Mariano De Miguel, director del IET, quien encabezó la presentación del informe.
Otro de los cálculos que se difundió fue la incidencia de los servicios públicos, antes y después del tarifazo, en los presupuestos de las familias. Para el 10 de por ciento de los trabajadores de menores ingresos, el pago de los servicios públicos luego del fuerte aumento de las boletas representa el 17,6 por ciento del presupuesto, cuando hace un año explicaba el 11 por ciento. Para el promedio de asalariados, el peso actual es del 8,4 por ciento y en 2015 era de 5,1. Para el 10 por ciento de mejores ingresos, el pago de servicios públicos explica apenas el 3,3 por ciento de la canasta de consumo y antes del tarifazo, sólo un 1,8 por ciento.
Uno de los datos más relevantes del informe es que entre diciembre de 2015 y mayo de este año la diferencia entre la inflación y los aumentos salariales fue tal que en promedio el poder adquisitivo de los trabajadores registrados cayó en ese período un 12 por ciento. El impacto de las paritarias en meses posteriores probablemente reduzca esa caída, aunque todos los analistas esperan que este año termine con caída del salario real.
“Uno de nuestros objetivos es la construcción de canastas de consumo para cada una de las organizaciones sindicales a través de la generación de colectivos de organizaciones sindicales que tengan un mismo patrón de consumo. Eso permitiría tener mayor exactitud en la evaluación del impacto de la suba de precios”, explicó Nicolás Trotta, rector de la UMET. En relación a la metodología, Daniel Schteingart, uno de los investigadores que participa del proyecto, explicó que “se tomaron los datos de la última encuesta nacional de gasto de hogares del Indec para los hogares cuyo jefe es un asalariado registrado. Eso permitió obtener el esquema de ponderaciones que se aplicó a los índices de inflación de la Ciudad de Buenos Aires y de San Luis al mayor nivel de desagregación posible. Además, se hizo un relevamiento de 59 precios de la canasta básica y otro de alquileres. La idea es ir avanzando cada vez más en un relevamiento propio que llegue a 200 ítems”. También integran el equipo de investigación Sergio Woyecheszen y Demian Panigo.