UN JUICIO JUSTO… seguro que nuestros padres y madres hubieran querido un juicio justo, o al menos un juicio. Y no ser ejecutados en muchos casos a plena luz del día, delante de nosotros, sus hijos e hijas.
Justo sería que los genocidas argentinos hubieran sido juzgados y condenados los primeros años de democracia, que nos dijeran donde están los restos de nuestros padres y madres; justo sería que nos devuelvan a nuestros hermanos/as apropiados, que digan donde esta Julio López o que sepamos quien o quienes están implicados en el salvaje asesinato de nuestra compañera Silvia Suppo.
Y si quisiéramos ser justos de verdad, los acusados que hoy se están juzgando tendrían que estar presos en cárceles comunes y no entrando y saliendo del tribunal como se les antoja. Un privilegio que ningún delincuente común acusado de asesinato, secuestro, tortura y robo de bebés goza en este país.
Un juicio justo pedíamos y seguimos pidiendo en relación al asesinato de Silvia Suppo, y sería justo que algún juez o fiscal investigue a los genocidas que menciona en sus testimonios. Por ejemplo, en el 2009, en la causa Brusa declaró:
“Pregunta fiscalía: ¿Tenían recreos?
Silvia Suppo: Sí, nos dejaban ir a un patio en el que había un aljibe, primero todas juntas y luego Cecilia Mazzetti, Ravellino y yo, que fuimos las tres que quedamos, el resto fue llevado a Devoto.
Pregunta fiscalía: ¿Vió al Capitán Morales?
Silvia Suppo: Sí, en el patio, siempre que la veía a Cecilia, iba a presionarla. Le decía “vos no me dijiste una cosa que yo quiero saber, así que te vas a pudrir acá dentro, ellas dos van a salir y vos no”
Domingo Morales fue detenido en octubre de 2009, pero seis meses más tarde en marzo de 2010, fue excarcelado y enviado a su domicilio de Pergamino en la provincia de Buenos Aires.
Rodolfo Valentin Cóceres, uno de los condenados por el asesinato de Silvia declaró que durante su fuga, Pergamino fue uno de lugares por donde habrían pasado en la madrugada del 30 de marzo 2010.
Sería justo y muy necesario que se investigue a éste y otros genocidas por su posible participación, sobre todo teniendo en cuenta que el grupo de personas que entraron a la audiencia del juicio este jueves decían ser familiares de Morales y que venían de la ciudad de Rafaela. Como lamentablemente la justicia a la fecha no investiga la posibilidad de un asesinato político por encargo, no sabe que el capitán de inteligencia del ejército Domingo Morales tiene muchos familiares y amigos (incluso una novia como se presentó al momento de anotarse para entrar a escuchar la audiencia) en la ciudad de Rafaela, donde vivía hasta el momento de su brutal asesinato Silvia Suppo.
Justo seria que los genocidas hablen y no que se escondan detrás del cobarde derecho a guardar silencio.
Justo seria que los genocidas y sus cómplices a casi 40 años del golpe militar que destruyó la industria, el empleo, los derechos y garantías de los ciudadanos y miles de familias argentinas sean todos JUZGADOS Y CONDENADOS de una buena vez .