No olvidamos, no perdonamos y con la impunidad no nos reconciliamos.
En el año 1975 un decreto homicida e ilegal, autorizo al Ejército Argentino a “aniquilar a la subversión”, con este pretexto lo que hicieron fue instaurar el Terrorismo de Estado en la provincia de Tucumán. Autorizando en realidad a aniquilar a nuestro pueblo. El campo de batalla fueron las calles de Tucumán, las universidades, los ingenios, las escuelas. Se realizaron ataques con explosivos a la Universidad Nacional de Tucumán, la Legislatura provincial, las sedes de la Unión Cívica Radical, del Partido Comunista, del Partido Socialista y el Colegio de Abogados; muchos estudiantes fueron asesinados. Los trabajadores, médicos, sindicalistas y políticos fueron el blanco de la persecución mediante el secuestro, la desaparición, la prisión ilegal, las vejaciones y la tortura.
Con la creación del primer Centro Clandestino de Detención en la Escuelita de Famaillá, la picana, la tortura, la violación, al robo de bebes y el asesinato; se llevó acabo el vergonzante Operativo Independencia, que contrariamente al nombre con que los genocidas bautizaron el horror, solo nos trajo dolor, sometimiento y miseria al pueblo argentino.
En el Bicentenario de la gesta del 9 de julio de 1816, donde se proclamó conformar una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli, en el día de la independencia: la impunidad y el horror desfilaron una vez más por las calles argentinas, en Tucumán y en Buenos Aires, mezclados entre los soldados a los que torturaron, discriminaron y hasta dejaron morir de hambre en Malvinas, los veteranos de la muerte y la impunidad, los grandes verdugos de los trabajadores y trabajadoras, los que nos arrebataron la democracia a punta de pistola, los que nos amenazaban con la cara pintada, los que se niegan a declarar en los juicios de lesa humanidad, los que no dicen dónde están los desaparecidos/as , los que se apropiaron de los/as nietos/as de las Abuelas de Plaza de Mayo, los asesinos salieron a desfilar.